Eva Angeles Sánchez Martos
Enfermera por la UAB, Miembro de Hospitalización a Domicilio (HaD) desde hace 20 años.

Hace dos años diez unidades de Hospitalización a Domicilio nos plateamos conocer las razones por las que los pacientes no hacen correctamente el tratamiento prescrito por un médico.

Para ello analizamos a la persona que preparaba la medicación ya fuera hijo, pareja, cuidador o el propio paciente. Fuimos a sus domicilios y repasamos los tratamientos que preparaban de forma crónica. Se analizaron 3793 tratamientos crónicos.

Se valoraron tres aspectos:

1-Las características de la persona que prepara la medicación.

2-La relación que tienen con el profesional sanitario ya sea farmacéutico, médico de Atención Primaria, médico especialista o enfermera referente.

3-Los conocimientos que dispone la persona sobre el tratamiento prescrito tales como para qué toma ese fármaco o que enfermedad trata, dosis que debe tomar o cómo se ha de tomar.

Durante los próximos números de esta revista iremos dando el análisis que se ha hecho de los resultados.

Hoy os adelantamos los primeros datos que ya circulan por congresos profesionales nacionales e internacionales.

El olvido:

Una cosa que nos sorprendió fue ver que el 47% de los pacientes y el 19% de los cuidadores reconocían olvidarse de tomar o preparar la medicación. Casi la mitad de los pacientes reconocen que en algún momento han olvidado tomar la medicación crónica.

Conclusión: Los pacientes crónicos deberían disponer de métodos para recordar que deben tomar la medicación.

La vergüenza o el miedo a estar enfermo.

Muchos pacientes si les preguntas si padecen alguna enfermedad te dicen que no. Les preguntas porqué toman medicación para la hipertensión o la diabetes y te dicen que es para prevenir o que son solo “un poco diabéticos”. El reconocer que padeces una enfermedad crónica siempre es el resultado de un proceso complejo que cada paciente debe digerir y en muchas enfermedades no dispondrán de un profesional que les oriente  o les ayude hasta que no sea muy grave.

Pudimos ver que las enfermedades que más tratamientos tienen son la Hipertensión Arterial y la Insuficiencia Cardiaca o Cardiopatías. Suponen el 23% de los tratamientos que sigue un paciente. O sea que de 100 tratamientos casi una cuarta parte van dirigidos a tratar esas enfermedades. Pero solo la mitad de las persona saben para que sirven, la dosis que ha de tomar y como se toma.

Cuando la persona es un cuidador los conocimientos aumentan en un 20% más.

Conclusión: Son los tratamientos que más gasto económico en farmacia suponen Son las enfermedades menos conocidas. Muchas veces por desconocimiento otras porque no causan síntomas evidentes el resultado es que la persona no cree que necesita hacer tratamiento.

Iguales principios activos diferente presentación nos lleva a tratamientos repetidos:

Analizamos si había diferencia cuando los tratamientos eran Genéricos o eran Marcas Registradas.  

Pudimos ver que los conocimientos que tenían las personas eran un 20% superior en tratamientos  de Marca Registrada a Fármaco Genérico.

Cuando detrás de un tratamiento hay un seguimiento de un profesional pasa que

Cuando analizamos si había una relación entre los tratamientos que tienen un seguimiento de un profesional como son el Sintron, inhaladores o insulinas los conocimientos de las personas aumentan entre un 20-30%.

Conclusiones; El hecho de guardar el mismo formato en un tratamiento crónico favorece el conocimiento que tiene la persona sobre dicho tratamiento. Si detrás de los tratamientos hay un profesional que pueda dedicar un  tiempo a explicar a la persona su tratamiento crónico mejoraremos la gestión de la salud.

Tratamientos que se toman repetidos

Un dato que nos pareció muy alarmante fue el hecho de que el 26 % de los tratamientos se tomaban repetidos. Fármacos como Furosemida/Seguril , Orfidal/Lorazepam, hasta pacientes que toman tres estatinas (esos fármacos que bajan el colesterol) como son Sinvastatina, Atorvastatina y Prevencor.

Os relato un error que nos  explicó una paciente:

“Verá usted. Yo tomo este medicamento- nos enseña el Orfidal- porque no puedo dormir bien desde la muerte de mi hermano. Tomo este otro- nos señala Lorazepam- porque tengo el manguito del brazo roto y me lo recetaron para relajar el músculo y quitarme el dolor”. En la receta electrónica figura nada más que Lorazepam pero la paciente desconoce que es el mismo principio activo, toma los dos y sale poco de casa porque siempre está mareada. Finalmente cae en la calle y se fractura los brazos.

Otro ejemplo:

“Mi médico siempre me ha recetado medicación para el colesterol, aunque no tengo. Tomo Simvastatina para prevenirlo. Cuando me cortaron el dedo del pie el especialista me puso medicación– me enseña Atorvastatina-  para que no me pasara a los otros dedos. Estas pastillas me las recetó hace años el cardiólogo- Prevencor, que es también una estatina- y yo se las pido al farmacéutico porque cada dos por tres me las quitan de la receta pero yo quiero esta marca”. En la receta electrónica, que no lee, solo figura Atorvastatina pero dispone de los tres fármacos y los consume.

En los próximos números os iremos describiendo nuestros hallazgos con la finalidad de crear cultura entre las persona que preparan la medicación y conseguir disminuir los errores y una mejor Gestión de la Salud.