Carmen y Antonio pertenecen a una generación que no pudieron ir al colegio y todo lo que han aprendido a ido dirigido a disimular que no saben leer ni escribir. Durante muchos años los medicamentos tenían el mismo formato y habían memorizado el nombre de boca de los profesionales sanitarios. Un buen día el sistema cambió. Ahora se le llaman Genéricos. El formato cambia cada vez que van a recogerlos a la farmacia. Las visitas a los profesionales  sanitarios son menos frecuentes.

    Cuando yo los conocí quedé impresionada por la personalidad de Antonio. Un hombre a quien la vida le había dado muchas bofetadas y él luchó para salir a delante. Posiblemente porqué a su lado tiene una mujer que como él, han aprendido a disfrutar de las cosas pequeñas y la mutua compañía.

Al repasar con Antonio el botiquín de su domicilio encontré numerosas discordancias entre la receta electrónica, que no saben leer, y los medicamentos que él decía tomar. Según la receta tenía que tomar: Furosemida dos a la mañana , pero el Seguril se lo tomaba desde el último ingreso en el hospital; El Omeprazol se lo prescribieron hacia poco tiempo y no sabía para qué; De Pantoprazol le quedaba poco, tenía que ir a la farmacia a pedir más; El Adiro y AAS no se los tomaba  por qué no tenía dolor de cabeza; El Prevencor se lo recetaron en su consulta al cardiólogo hacía mucho tiempo y lo tomaba de vez en cuando ,cuando se acordaba; Simvastatina era para el colesterol y tomaba media de 20mg; El Orfidal era para dormir y el Lorazepam para la contractura del brazo que hacía días que no podía levantarlo.

Según el estudio EMIRTHAD solo el 58% de las personas encuestadas (419) conocen como se administra un tratamiento, la dosis y para qué lo toman. Entre un 55% y un 63% si son Genéricos y un 73% y un 81% si son Marcas Registradas.

 Intervención del equipo de Hospitalización a domicilio

Pusimos un acceso venoso y una bomba elastomérica con 5 amp  de furosemida a pasar en 24h. Compensamos en una semana su ICC. Llegando al peso ideal de 76 kg con ausencia total de edemas, ausencia de disnea y no ortopnea.

Insistimos en la importancia de reconocer que no sabe leer y preguntar todas las veces que sea  necesario a los profesionales.

Educamos en  reconocer los fármacos por su nombre genérico, le pusimos símbolos en las cajas que harían de guías y las enganchamos en una hoja que pudiera llevar a todas partes. No optamos por hacer que le preparan la medicación en blíster en farmacia por presentar cambios de dosis frecuentes.

Se catalogó al paciente de Riesgo de Manejo Inefectivo del Régimen Terapéutico. Para que el resto de profesionales lo tuvieran en cuenta durante la prescripción de fármacos.

Educamos en la dieta adaptándola a los menús de Carmen y las preferencias de Antonio. Sustituyendo la sal por otros condimentos más adecuados.

Le hicimos comprar una botella para orinar a la noche y los días de frio sin tener que salir al lavabo del patio.

Se  trabajaron hábitos como el control semanal de peso, la hidratación de la piel, el uso de zapatos adecuados, salir a hacer ejercicio cada mañana y la posibilidad de ir dos veces por semana a las clases de gimnasia para gente mayor que hacen en la sociedad de vecinos y las clases especiales para aprender a leer.

Por último se notificó a su enfermera de Atención Primaria  los cambios realizados y los riesgos potenciales que tienen el paciente.

Al alta quedó ligado a un seguimiento en consultas externas de enfermería de nuestro hospital para pacientes PCC.

Antonio ha pasado de tener un ingreso cada dos meses por descompensación, a venir al hospital cada cuatro meses a visitar a la enfermera que lo llama cada quince días para saber cómo está.

Él sabe que si aumenta de peso ha de llamar a  su enfermera  y le dará  día de visita para 24h/48h. En el supuesto que tenga que hacer tratamiento endovenoso, vendremos “las domiciliarias” a su casa y  no tendrá  que ingresar en el hospital y dejar sola a su Carmen.

Podéis ver la 1era parte en la sección hospital en casa en revistasanitaria.com