
Raquel Rodríguez
Diplomada Universitaria de Enfermería
Que el médico es “sagrado” para el paciente es algo que todos los profesionales sanitarios conocemos y, bueno, aceptamos. Pero la distorsión social y la falta de conocimientos que existe sobre la profesión y las funciones que ejerce la enfermera, a veces, ofende. Desempeñamos un rol autónomo como enfermeros, además de todas las intervenciones delegadas (estas sí por el médico) y de colaboración con
otros profesionales. Valoramos globalmente todas las necesidades básicas de las personas, detectamos situaciones de riesgo para la vida del paciente, deterioro, etc.
Una buena enfermera no es sólo aquella que realiza técnicas con habilidad y “ obedece estrictamente” las órdenes médicas (tal y como se sigue creyendo), un buen profesional también hace diagnósticos e identifica problemas reales o potenciales y actúa rápidamente (junto con otros profesionales) para controlar y resolver la situación de salud. No somos las secretarías del médico y somos enfermeras porque así lo elegimos no porque no nos diera la nota para estudiar medicina. La enfermería sigue siendo un colectivo resignado y obediente al que
socialmente poco se valora, un colectivo que está diariamente al pie del cañón pero al cual la sociedad sigue viendo como un apéndice del médico. Uno de los principales problemas es que es una profesión ejercida en su mayoría por mujeres y por tanto se sigue considerando una profesión de segunda (un rol que apenas ha cambiado con el paso de los años) y a la cual todavía le queda mucho por luchar para
obtener el reconocimiento social que se merece.
No obstante, en muchas ocasiones, esta misma sensación la pueden sentir las TCAE u otros profesionales con respecto a la Enfermería. Somos un equipo multidisciplinar en el cual cada uno ejerce su función y el cual trabaja día a día y lucha codo con codo para mejorar la asistencia integral del paciente.
Soy enfermera porque me apasiona el hecho de poder ayudar a la gente, poder acompañarlos en su proceso de duelo y ver lo gratificante que es cuando salen airosos y superan la enfermedad. Poder hacer un seguimiento continuo del paciente, ver su evolución y como te agradecen diariamente la labor que haces por ellos, además de realizar técnicas (las cuales me encanta hacer) hace que no me arrepienta ni un momento de mi vida de haber estudiado esta profesión tan bonita y reconfortante como es la ENFERMERÍA.